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Cómo aprender cualquier cosa por tu cuenta

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Soy un apasionado por el aprendizaje y un ninja de la organización. Puedes esperar tips y consejos para elevar la manera en que aprendes, mientras descubres cómo organizarte con intención.

Cómo aprender todo por tu cuenta

Cómo Aprender Cualquier Cosa por tu Cuenta

Si hay una habilidad que te servirá para toda la vida es la de aprender, y mejor todavía si lo puedes hacer por tu cuenta. A todos nos agrada la idea de aprender algo nuevo, pero este proceso resulta más engañoso de lo que aparenta: es simple y complejo a la vez. Tan simple como la frase de Tony Soprano en una de sus tantas visitas a la doctora Melfi "Vives, y aprendes" (You live, you learn), pero en el momento en que colocamos la lupa en eso que llamamos aprender, perdemos de vista la pista, se esfuma nuestra intuitiva idea del aprendizaje. Aun así seguimos intentándolo: las ciencias del aprendizaje cada vez delimitan mejor su objeto de estudio y comprenden más sobre los contenidos de la mente, su relación con nuestra biología, el entorno y todo lo que emerge en el medio.

En cuanto al aprendizaje por cuenta propia, es una habilidad muy valorada en nuestra época, posible gracias al amplio acceso a la información. Es una necesidad para la autorrealización y resulta esencial para alcanzar cualquier meta que nos propongamos. Lo mejor es que todos somos potencialmente autodidactas. Aprender de forma autónoma requiere una combinación de estrategias cognitivas, sistemas organizados e interconectados, y una ruta de aprendizaje clara y definida. Esto se ha destilado de los procesos de las mentes más brillantes de la historia, la investigación actual sobre el aprendizaje y mi propia experiencia.

Sin embargo, no pretendo venderte humo, la verdad es que el aprendizaje todavía permanece un misterio, siendo una serie de mecanismos, procesos, situaciones y un vedijudo de conexiones increíblemente complejo y enrevesado. De entrada te aviso esto: aprender verdaderamente requiere de esfuerzo, el gasto de recursos mentales es innegociable y existen decenas de trampas, tanto internas como externas, que te sabotean en el camino. Pero como todo en la vida, mientras más difícil es el camino, más deseable es la recompensa y más dulce nos sabrá la victoria -en mi caso el proceso (y el progreso) se vuelve adictivo.

A continuación te presento un marco de aplicación para el aprendizaje autodidacta que he compilado a partir de mis investigaciones y que he puesto a prueba en mí mismo.

Mentalidad y Enfoque para el Autodidactismo

La Vista de Pájaro: La mentalidad para aprender algo nuevo

Para empezar, tengo un concepto visual que me gusta mucho para representar los nuevos aprendizajes: La vista de pájaro. Aprender algo nuevo es como entrar a un cuarto desconocido a oscuras: la incertidumbre y la ansiedad están por las nubes, pero incluso sin prender la luz (dominar el aprendizaje) puedes mapear el lugar por exploración y moverte con mayor seguridad. Lo mismo aplica para los viajes a lugares desconocidos: si tuvieras un mapa de la zona o, mejor aún, pudieras sobrevolar el lugar, sabrías dónde se encuentra cada cosa y no tendrías que atravesar los caminos como un turista perdido entrando a los barrios más peligrosos (a menos que te guste la adrenalina como a mí, pero entonces se nos cae la analogía).

Lo que intento decirte es que si sabes con anterioridad a lo que te vas a enfrentar, la ansiedad cae estrepitosamente. Por eso debes de crear tu propio mapa de aprendizaje —que puede ser una simple lista— para anticipar esfuerzos y establecer conexiones clave entre las dimensiones de lo que aprenderás (sus dominios, habilidades y conocimientos requeridos). Te mostraré una manera práctica de hacerlo, especialmente útil para quienes nos preocupa perder detalles en el proceso.

Toma una hoja (de papel o digital) y escribe el título de lo que vas a aprender. En mi caso, usaré el ejemplo de aprender piano. Vas a descargar en el papel todo lo que se te venga a la cabeza que pienses es requisito o esté vinculado, como habilidades relacionadas o características del aprendizaje, y luego profundiza con más investigación. Con el piano, identifico como requisito: práctica de la habilidad motriz, conocimiento de la teoría musical y aplicación de la teoría. Como habilidades complementarias: lectura de partituras, entrenamiento auditivo e improvisación.

Cabe destacar que esta lista y su jerarquía viene de mi criterio acerca de lo que más priorizo aprender, pues otro podrá decirme que es preferible aprender primero a saber leer las partituras. Pero todo está sujeto a los objetivos de aprendizaje. Por eso, tu lista debe alinearse con tu intención y criterio. Esto requiere una investigación profunda que revele los aspectos esenciales, pero si estás completamente en blanco y no sabes por dónde empezar, no te preocupes, veremos cómo avanzar desde ese punto.

Una vez que tengas tu lista de habilidades, características y requisitos, agrúpalos por encadenamiento de esfuerzos: qué puede ayudar a qué, de qué esfuerzo puedes apalancarte para simplificar el proceso. Por ejemplo, al aprender piano descubrí que comenzar con el acompañamiento de canciones —como se enseña en guitarra rítmica— me permite desarrollar la habilidad técnica y motriz, mientras aprendo progresiones de escalas y teoría musical sin recurrir a libros densos. Además, esto aumenta mi confianza al ver resultados tangibles, activando el ciclo de la motivación (más confianza → más habilidad → más motivación → más confianza).

En general, abstrae la mirada y observa el panorama completo para ver lo más vital y evitar perderse luego en los detalles. Asimismo, en todos los aprendizajes hay zonas bisagra y puntos de inflexión que aceleran el proceso si sabemos identificarlos y planear acorde a ellos. Esto nos da la pista del siguiente punto: la planeación y asignación de metas.

Estableciendo metas efectivas

Habiendo esquematizado tu mapa de aprendizaje con habilidades clave y palancas de esfuerzos, es momento de pensar en los objetivos, hitos y metas que te gustaría alcanzar —de manera estratégica, por si no has pillado de qué va este texto. A mí me gusta tomar de la literatura de gestión de proyectos el concepto de planeación en reversa, que en términos simples consiste en visualizarte en la posición final de una meta y trazar la ruta más realista y eficaz hacia tu posición actual. Si le sumamos un premeditatio malurom (la premeditación de los males según Séneca) —que es anticiparse a los posibles fallos y caídas—, obtenemos un paso a paso robusto hacia nuestra meta. Pero esto, aunque tengamos los aspectos esenciales enlistados, sigue siendo abstracto. Para llevarlo al plano práctico, te presento las metas de acción orientada.

Una meta de acción orientada transforma objetivos abstractos en acciones concretas y medibles. Por ejemplo, en lugar de "ser un gran pianista" —meta subjetiva e inmensurable—, es más efectivo proponerte "acompañar 20 piezas intuitivamente en 12 semanas" —lo que para mí marca el inicio de un gran pianista. Este marco nos permite definir la acción mínima diaria viable: aquella actividad que, realizada consistentemente, nos acerca a nuestro objetivo. En el caso del piano, serían 30 minutos practicando progresiones populares de acordes y otros 30 minutos aplicándolas al acompañamiento de canciones. La pregunta clave es: ¿Qué puedo hacer diariamente para que sea más difícil fallar que conseguirlo? Si tienes múltiples metas, busca enlazar sus esfuerzos para maximizar tu efectividad.

No obstante, establecer metas efectivas es solo una parte de la ecuación, y puede ser peligrosa porque te deja una sensación de logro cuando en realidad ni siquiera has empezado. Por eso es crucial fijar puntos de reflexión y reajuste: primero, para mantener la responsabilidad y segundo, para no perder el rumbo —pues la práctica raramente se ajusta perfectamente a la teoría. Para este proceso, recomiendo integrar las estrategias de metacognición, que no solo son efectivas para establecer metas, sino fundamentales para el aprendizaje autodidacta (ya todo empieza a conectar).

Metacognición y el despertar del autodidacta

La metacognición, de la que he hablado en otras ocasiones, es la habilidad de pensar y reflexionar sobre el pensamiento mismo, como si tuvieras un espejo interno que reflejara cada aspecto de ti. Su relación con el aprendizaje está bien documentada y cada vez más instituciones educativas la incorporan en sus currículos. No es para menos, pues en nuestro propósito de aprender por cuenta propia, debemos entender primero cómo aprendemos y ser conscientes durante el proceso. Para ello necesitamos dos elementos fundamentales: observación y registro. Porque aunque creas tener claro cómo aprendes o pienses que una simple reflexión bastará, te aseguro que no es así. Olvida lo que te han dicho sobre estilos de aprendizaje —que son solo costumbres anticuadas— y añade otras dos capas de autocrítica, pues es posible monitorear efectivamente tu proceso de aprendizaje.

Ya te mencioné el primer paso: la observación. Aunque creas que te benefician más los videos que los textos, o que aprendes mejor resolviendo que leyendo, no des nada por sentado y observa con atención. Evita clasificar por formato (video, texto, presentación, etc.) y concéntrate en los procesos subyacentes. Me refiero a lo que ocurre entre el input —el consumo— y el output —la respuesta. Por ejemplo: si al leer este artículo surgen ideas sobre lo que significa aprender para ti, pregúntate: ¿estás ideando cómo empezar o visualizando un método? ¿emergen conexiones con experiencias previas o estás desglosando un constructo teórico? La actividad mental importa, y lo aparentemente complejo suele ser la suma de elementos más simples. Al examinar detalladamente la actividad mental, identificamos los aspectos que requieren mayor atención y ganamos claridad sobre los procesos.

Pero incluso esta mirada profunda hacia el funcionamiento mental puede abrumarnos si no estamos habituados, y es fácil perderse entre pensamientos. Por eso resulta esencial mantener un registro —ya sea un diario de aprendizaje o un mapa mental— que sirva como punto de anclaje y nos permita ganar más claridad sobre los procesos mentales. En términos prácticos, puedes llevar una nota con preguntas metacognitivas específicas sobre los temas que más te cuestan: ¿Qué no entiendo?, ¿Cuáles son mis huecos de entendimiento?, ¿Qué método de estudio me resulta más efectivo?. Así construirás gradualmente un panorama completo de tu comprensión y función cognitiva.

Ya exploramos la ejecución, con las metas de acción orientada, y la piedra angular del aprendizaje autodidacta, la metacognición. Faltan al menos dos aspectos más para potenciar tu capacidad de aprendizaje: el procesamiento de información (y su calidad) y el establecimiento de bucles de retroalimentación para crear un sistema de aprendizaje integral. En este sentido, puedes elevar el registro de tu aprendizaje —y por ende tu aprendizaje mismo— mediante un sistema de gestión del conocimiento personal (SGCP o PKM, como le dicen los anglos).

Sistemas y Herramientas para Gestionar el Conocimiento

Anteriormente he hablado de la importancia de llevar un Segundo Cerebro Digital contigo. Esto es especialmente relevante para el aprendizaje teórico cuando sabes organizarte bien y tomar notas efectivas. Se trata de llevar un registro del conocimiento personal, y existe todo un movimiento en línea dedicado a esta práctica. Por sus siglas en inglés PKM "Personal Knowledge Management", se refiere a cómo esquematizamos, organizamos y distribuimos el conocimiento acumulado a lo largo de nuestra vida, así como qué hacemos con él y cómo lo ponemos en acción. Es un centro, ya sea físico o digital, donde depositamos toda la información relevante que consumimos. Se le conoce también como Segundo Cerebro porque funciona como un Cerebro Externo: almacena y gestiona la información para que no la olvides y la tengas siempre disponible.

La principal ventaja de sistematizar nuestro conocimiento y recuerdos es que otorga sentido a las experiencias y relaciones en nuestra vida. Es, incluso, una cuestión existencial —dejar constancia de lo que sabes y lo que eres— y, por tanto, un propósito valioso. La idea central de un Sistema de Gestión de la Información es que desde su estructura, te permita clasificar y accionar la información. Veamos un ejemplo: imagina que empiezas a leer ese libro que tanto te han recomendado. En lugar de abrir la portada de inicio y arrasar a través de las páginas hasta llegar a la portada de atrás, lo que haces con un Cerebro Digital es que, a medida que vas leyendo el libro, vas resaltando, anotando y almacenando lo que más resuene contigo o tenga que ver con tu línea de investigación, intentando ser lo más preciso posible y con tus propias palabras. Es primordial que no copies y pegues lo que dice el autor, ya que como veremos más adelante, el esfuerzo mental es irremplazable si lo que buscas es aprender.

También es importante que el método o plataforma que elijas te permita tomar Notas no lineales o notas enlazadas (cualquier forma de conectar la información no linealmente funciona). El principio neurocognitivo es simple: retenemos y recordamos mejor aquello que está vinculado con otros elementos de la memoria, especialmente si está asociado a una experiencia o recuerdo personal. Por eso es crucial conectar y codificar la información según nuestro propio esquema mental, como si construyéramos un mapa del conocimiento.

Son numerosas las ventajas de mantener un Segundo Cerebro o Cerebro Digital. Si tuviera que convencerte ahora mismo, te diría esto: cuando estableces un centro al que gravita la información, te vuelves más hábil navegándola y, con el tiempo, mediante la repetición y el esfuerzo, terminas dominando sus contenidos, hasta pueden convertirse en un activo digital. Además, desarrollas mayor consciencia sobre lo que consumes y te aún más selectivo con lo que almacenas. Si recién comienzas en este mundo, te invito a explorar mi Segundo Cerebro en Obsidian para obtener más ideas.

Estrategias Avanzadas para el Aprendizaje Efectivo

Dificultades Deseadas

Como mencioné al inicio, para aprender de verdad el esfuerzo mental es innegociable. Existe una teoría de aprendizaje basada en las dificultades deseables, que plantea que el aprendizaje requiere enfrentar cierto nivel de dificultad para que el esfuerzo mental sea mayor y, en consecuencia, se logre un aprendizaje efectivo.

Esta teoría se sustenta en tres razones principales. Primera, cuando pensamos activamente sobre el material que queremos aprender, señalamos su importancia y aumentamos la probabilidad de consolidar las rutas neurales que almacenan ese recuerdo —además, activamos más recursos cognitivos, fundamentales para la codificación y evocación. Segunda, al utilizar técnicas que activan la mente, como la recuperación activa (recordar información sin ayudas externas), reorganizamos y consolidamos mejor los elementos memorísticos, facilitando su posterior recuperación. Tercera, cuando nos enfrentamos a un reto justo —ni muy fácil, ni muy difícil— se activan los mecanismos de la motivación, generando un ciclo positivo: mayor motivación lleva a más probabilidades de éxito, y el éxito alimenta la motivación. Si bien este ciclo no es infinito (la motivación es un recurso limitado), completar varios de estos ciclos aumenta significativamente las probabilidades de aprendizaje.

Otra perspectiva interesante sobre estas dificultades deseables en el aprendizaje es su relación con la incertidumbre. Solemos ver la incertidumbre como algo negativo que debemos evitar, pues nos incomoda sentirnos desorientados. Sin embargo, mi investigación ha revelado que la incertidumbre juega un papel crucial en el aprendizaje y el razonamiento científico.

Te lo resumo: generalmente cuando percibimos incertidumbre en el ambiente —ambigüedad, falta de claridad, elementos desconocidos— se enciende el motor de la curiosidad y hace que queramos explorar activamente la situación. Estos procesos de exploración y curiosidad desatan mecanismos de búsqueda de información, por lo que estamos predispuestos a codificar mejor lo que encontremos. Es decir, a mayor curiosidad, mayor predisposición a aprender. Pero no solo es eso, si nos movemos desde la curiosidad y el deseo de aprender, aumenta la probabilidad de transferir ese conocimiento a otros contextos —tal como un ciclista transfiere sus habilidades al aprender a conducir una motocicleta. La incertidumbre, vista como duda constructiva, ha sido uno de los principales catalizadores de la investigación científica y responsable de innumerables descubrimientos.

Bucles de retroalimentación efectivos

Todo lo mencionado es fundamental para el aprendizaje. Cualquier elemento por sí solo podría aumentar significativamente tu capacidad autodidacta, pero existe una manera de multiplicar aún más tu potencial: establecer bucles de retroalimentación en cada fase del proceso. Esta es, quizás, la principal razón por la que muchas personas dudan en comenzar un camino de aprendizaje autodidacta. El motivo es simple: la educación tradicional cuenta con personal dedicado a tu formación —profesores, tutores, mentores e incluso gurús— cuyo rol es guiarte y proporcionarte retroalimentación constante. Sin esta orientación, ¿cómo puedes estar seguro de que estás aprendiendo?

Permíteme brindarte una alternativa (o complemento). La retroalimentación es, en esencia, una intuición sobre la forma, contenido o resultado que debe verificarse en cada instancia. Para el aprendizaje de textos y reformulación de ideas, la clave está en establecer múltiples puntos de comprobación del entendimiento. Mi método es un híbrido del Método Zettelkasten que consta de tres pasos: primero, capturar atómicamente los conceptos de un texto; segundo, reformularlos en mis propias palabras; y tercero, conectarlos con conceptos similares o ideas preexistentes. Cada paso funciona como un punto de retroalimentación: la captura y síntesis requieren una comprensión inicial del concepto (primer grado de entendimiento), la reformulación demuestra la interiorización y codificación según nuestros modelos mentales (segundo grado de entendimiento), y las conexiones revelan la integración con nuestra red de conocimiento (tercer grado de entendimiento).

Este bucle de retroalimentación puede expandirse añadiendo más puntos de comprobación, como escribir un artículo o explicar el tema a otra persona (que es, básicamente, mi trabajo). Estos puntos externos son vitales porque implican el escrutinio público, abriendo la puerta a la crítica constructiva y a perspectivas diferentes que enriquecen nuestra visión del mundo y, consecuentemente, nuestra capacidad de aprendizaje.

Para aprender, hay que tener un mapa de construcción

Hasta el momento he dado unos brochazos generales de lo que significa un aprendizaje autodidacta efectivo, pero siento que estaría incompleto si no te comparto de mis técnicas y tácticas favoritas a la hora de aprender cosas más densas teóricamente. Yo tengo una frase, inspirada por el constructivismo epistémico (y la albañilería), que Para aprender, hay que tener un mapa de construcción. Cuando inician una construcción en tu ciudad —digamos un edificio—, aunque existan planos y una visualización renderizada del resultado final, sería impensable construirlo simplemente apilando bloques de abajo hacia arriba. Primero establecen los pilares y la infraestructura para garantizar la solidez, pero incluso antes de eso, instalan una estructura provisional de apoyo: el andamio.

Este principio se aplica perfectamente al aprendizaje y la educación. De hecho, el andamiaje es un concepto de la psicología del desarrollo inspirado en las construcciones obreras del siglo XX, donde una guía o mentor asiste el desarrollo para alcanzar el objetivo de manera óptima. En el aprendizaje autodidacta, mi andamio es un mapa de construcción. Antes de sumergirme en un artículo o libro especializado, realizo una pre-lectura para identificar los elementos y conceptos fundamentales, plasmándolos en un mapa mental donde establezco conexiones clave que reflejan el contenido. Esto me ayuda a anticipar los aspectos más relevantes y a mantener el foco en lo que busco aprender. Si me equivoco en alguna relación, mejor aún, pues también se aprende de los errores (mediante el fenómeno de codificación por error), y simplemente ajusto el mapa para acomodar la nueva comprensión.

La ventaja principal de crear tus propios andamios es que externalizan el esquema mental en el papel, liberándote de repensar constantemente las conexiones entre conceptos. Con el tiempo, desarrollas una notable habilidad para sintetizar información visualmente y cazar nuevas relaciones. Esta técnica es esencial en mis flujos de trabajo y la recomiendo ampliamente, pero como en todo, la riqueza está en la variedad, así que exploremos otras herramientas y estrategias complementarias.

Estrategias y Herramientas Complementarias

En mi artículo sobre cómo usar la IA efectivamente en el proceso de aprendizaje, destaco su potencial como herramienta de simulación. La IA puede actuar como tutor, mentor, coach o filósofo (mi rol preferido), haciéndote preguntas, proporcionando información relevante, corrigiendo errores y ofreciendo retroalimentación valiosa. Además, ayuda a superar el bloqueo creativo y reduce la ansiedad en situaciones de alta incertidumbre —como cuando nos cuesta crear un listado de aprendizaje. Puedes integrar la IA en tus flujos de trabajo, siempre cuidando que no neutralice el efecto positivo de las dificultades deseadas y usándola con propósito claro.

En mi listado de habilidades indispensables para un aprendizaje efectivo, aunque no exhaustivo, ofrezco un sólido punto de partida para quienes buscan un enfoque integral. Las habilidades clave incluyen: identificación de patrones, para extraer información relevante; resolución de problemas, para mejorar la adaptabilidad; síntesis expansiva, para conectar información efectivamente; pensamiento de grandes esquemas, para visualizar el panorama general; y pensamiento de alto orden, para fortalecer el razonamiento crítico.

Por último, es crucial desarrollar la capacidad de atención, fundamental para el aprendizaje y la vida en general. Si imaginamos el aprendizaje como un sistema industrial —donde la información entra, se procesa y sale— la atención representa el equipo que determina la producción. Una concentración deficiente reduce significativamente tu capacidad de integrar conocimientos. No se trata de convertirse en una máquina incansable, sino de reflexionar sobre tu capacidad actual de atención y trabajar en mejorarla. Implementa técnicas como pomodoro o flowmodoro, o métodos que dividen el trabajo en intervalos manejables que puedes ir incrementando gradualmente.

Conclusión

El aprendizaje autodidacta es un proceso complejo que requiere organización, estrategia y ajustes constantes basados en la experiencia personal, así como en la investigación propia. La planificación previa, el establecimiento de metas concretas y la aplicación de técnicas metacognitivas permiten transformar la adquisición de habilidades en un camino más efectivo y reflexivo.

El uso de métodos como la pre-lectura, la elaboración de mapas conceptuales y la implementación de bucles de retroalimentación no solo facilita la asimilación de la información, sino que también promueve una reflexión continua sobre el proceso de aprendizaje. Este enfoque ayuda a consolidar el conocimiento de forma práctica, permitiendo su adaptación a diferentes contextos.

En definitiva, aprender por cuenta propia implica construir un sistema personal que atienda el panorama completo de los elementos de aprendizaje. Con disciplina y las estrategias adecuadas, el autodidactismo se puede convertir en una herramienta poderosa para enfrentar desafíos y avanzar de manera sostenida en cualquier área de estudio.

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