El aprendizaje es uno de los fenómenos más complejos e interesantes de la experiencia humana. Para muchos teóricos académicos, es evidente que el ser humano aprende desde el momento en que nace, lo cual le otorga un carácter universal que debería regirse por reglas y condiciones específicas. Para otros, resulta más difícil de analizar, ya que forma parte de la experiencia subjetiva de cada persona y, por lo tanto, argumentan que no se pueden establecer condiciones, reglas, métodos o premisas universales que "provoquen" el aprendizaje.
Lo cierto es que no existe una única forma de aprender (aunque tampoco deberíamos abogar por tipos de aprendizaje). Sin embargo, podemos analizar la evidencia empírica y testimonial de innumerables aprendices a través de los siglos —aquellos que contribuyeron a una masa crítica de significancia estadística o que simplemente moldearon la educación como hoy la conocemos. Por eso, hoy quiero ponerme los lentes del generalista y compartirte siete habilidades elementales que influyen en la manera en que se aprende y se enseña en las universidades más prestigiosas del mundo.
Son habilidades que cualquiera puede aprender (por más meta-paradójico que suene) y han sido estudiadas y probadas en programas de aprendizaje para el aprendizaje (aprender a aprender o meta-aprendizaje). Su orden y razón de aparición en la lista es completamente arbitrario y responde a mi propio criterio. Se distinguen de las técnicas o métodos de estudio en que estos últimos son de naturaleza procedimental-algorítmica, mientras que las habilidades que comentaré pueden extraerse del contexto del estudio, utilizarse en otros ámbitos e incluso implementarse en estas mismas técnicas de estudio. Habilidades esenciales para un aprendizaje efectivo.
Identificación de patrones
La primera habilidad es una impartida por la evolución y los cientos de miles de años de supervivencia. Me refiero a la identificación de patrones, que antiguamente era esencial para comprender el comportamiento de presas y depredadores —determinando así nuestra supervivencia— y que hoy se aplica para entender desde los mercados financieros hasta la economía global (aunque, irónicamente, los depredadores y las presas siguen existiendo en el capitalismo moderno). Más allá de este poder inherente, quiero mostrarte cómo aprovecharla para un propósito más noble.
Sin adentrarnos en tecnicismos, el reconocimiento de patrones es entendido en la psicología cognitiva como un proceso de tres pasos: la recepción de un estímulo, la adaptación a este y su almacenamiento para uso futuro. Por ejemplo, cuando un niño ve por primera vez una silla de playa, aunque sea nueva para él, reconoce sus elementos básicos por su experiencia previa con sillas comunes. Según la teoría de los componentes de Biederman (1987), identifica sus elementos geométricos constitutivos, o como sugiere la teoría ecológica de Gibson (1979), reconoce su función básica: un objeto para sentarse. Desde la neuropsicología, este reconocimiento se explica por la neuro plasticidad —donde las redes neuronales se adaptan a los estímulos— y la sincronía neuronal intracerebral, que detecta patrones ambientales y genera respuestas apropiadas, como acertar en un examen.
Más allá de estas explicaciones técnicas, tu propia experiencia confirma que la vida se repite: desde los resultados predecibles de tu equipo deportivo hasta la forma en que las llaves tienden a extraviarse, o cómo la riqueza suele concentrarse en las mismas familias. Este mecanismo evolutivo, que opera silenciosamente, puede convertirse en una poderosa herramienta para optimizar nuestro aprendizaje.
La identificación de patrones resulta invaluable para el aprendizaje porque nuestro universo se rige por principios fundamentales que se manifiestan consistentemente. De hecho, los mayores avances científicos han surgido precisamente al reconocer la sistematicidad de estos principios. El famoso Eureka que todo pensador busca reside en esta capacidad de identificar patrones.
Para aprovechar esta habilidad, debemos elevarla al plano consciente, transitando del simple reconocimiento a la identificación activa. Esto implica ser conscientes de cómo nuestra percepción moldea tanto nuestro comportamiento como nuestra comprensión del mundo. Aunque esta consciencia ya potencia nuestra capacidad de identificar patrones y extraer insight (comprensión profunda), podemos desarrollarla aún más mediante las situaciones de resolución de problemas (SRP) y la contrastación activa.
Las situaciones de resolución de problemas son escenarios donde el participante debe encontrar una solución sin contar con respuestas o métodos predefinidos. Estos ejercicios, comunes en matemáticas y ciencias cognitivas, son valiosos porque exigen un pensamiento activo y la búsqueda de soluciones, lo que naturalmente activa nuestra capacidad de percepción y reconocimiento de patrones. Por su parte, la contrastación activa nos desafía a comparar y analizar las características entre diferentes elementos, ejercitando directamente nuestra habilidad de identificación de patrones.
Esta habilidad puede potenciarse aún más mediante un hábito simple pero efectivo: el registro escrito. La toma de notas eficiente reduce la carga cognitiva de procesar conceptos complejos, permitiéndonos enfocarnos en generar ideas y establecer conexiones temáticas, lo que conduce a una comprensión más profunda. Puedes ver aquí un video donde explico una metodología de toma de notas eficiente.
Resolución de problemas y pensamiento lateral
Más allá de su eficacia para la identificación de patrones, la resolución de problemas es una habilidad excepcional para el aprendizaje y el pensamiento. Exponerse regularmente a situaciones complejas que requieren solución ejercita significativamente nuestra capacidad resolutiva y activa el pensamiento (Piaget estaría de acuerdo). Por esto encontramos en muchos programas universitarios tareas que exigen al estudiante encontrar soluciones ingeniosas, siendo las ingenierías y carreras numéricas el mejor ejemplo de esta pedagogía.
La efectividad de enfrentarse a problemas, tareas y ejercicios radica en la activación de un sistema dinámico que integra la incertidumbre, la información, el ambiente y nuestros procesos mentales. Al interactuar con la información presente en el entorno, buscamos reducir la incertidumbre y nos sumergimos en patrones de búsqueda que estimulan la curiosidad y creatividad, elementos clave para la transferencia cognitiva (véase Cook et al., 2011, Lamnina & Chase, 2019, Klahr & Chen, 1999). Es un cóctel, también neurológico, que potencia el aprendizaje; enfrentarse a situaciones problema involucra múltiples habilidades y procesos cognitivos, como la creatividad, el pensamiento lógico y el pensamiento lateral.
Por lo tanto, debemos incorporar en nuestros sistemas de aprendizaje una dosis equilibrada de situaciones problema para mantener nuestra agilidad mental. Sin embargo, no se trata de atarugarnos con problemas y acertijos sin propósito; estos deben alinearse con nuestros intereses y objetivos de aprendizaje para delimitar su alcance y enfocarnos en lo esencial. Una estrategia efectiva es investigar el estado actual de un tema y visualizar su evolución: hacia dónde se dirige la discusión, quiénes son los actores relevantes y qué impacto tendrá en el futuro. Estos escenarios mentales requieren un proceso resolutivo con actores clave y metodologías específicas, generando así nuevas situaciones problema y valiosas líneas de investigación.
Síntesis Expansiva: Pasar del menos al más
La siguiente habilidad para tener en cuenta es la síntesis expansiva, definida como la capacidad para extraer la esencia de la información sin perder profundidad, comprendiéndola a través de sus conexiones. A diferencia de simplemente condensar o resumir la información, la síntesis expansiva identifica los aspectos más esenciales del material y establece conexiones clave que contextualizan y facilitan su comprensión. Una forma efectiva de visualizarlo es mediante mapas mentales que contengan los conceptos centrales —por ejemplo, de una lectura— y los expandan mediante flechas que expliquen las relaciones entre conceptos.
Al aplicar la síntesis expansiva en un mapa mental, plasmamos nuestro esquema cognitivo de las relaciones entre conceptos, similar a cuando tomamos apuntes de una lectura, clase o estudio. Por ejemplo, al estudiar las leyes de Newton, podemos sintetizar conceptos clave como masa, gravedad, velocidad y fuerza, estableciendo mediante flechas las relaciones intrínsecas que guardan entre sí.
Al examinar estas conexiones generadas, podemos reflexionar sobre sus implicaciones, vincularlas con otras teorías conocidas e incluso proponer nuevas ideas. Este proceso es eficaz porque externalizamos en el papel las conexiones previamente formadas en nuestra mente, liberando recursos cognitivos y ampliando el alcance de aplicación de los conceptos.
Pensar en grandes esquemas (Big Picture Thinking)
Para posicionarte en la frontera de investigación del tema de tu interés, una simple búsqueda en Google no será suficiente (sí, recién ahora te acabo de mentir). La discusión avanza constantemente, integrando nuevas perspectivas y creciendo en interdisciplinariedad, lo que genera aristas y vacíos explicativos que incluso los mismos autores aún no comprenden. Este fenómeno, aunque necesario para la reformulación de teorías científicas y cambios de paradigma, puede generar ansiedad e inseguridad sobre si estamos en el camino correcto. ¿El antídoto? Desarrollar la habilidad de pensar en grandes esquemas (o Big Picture Thinking, como dicen los anglos).
Pensar en grandes esquemas es un proceso de abstracción: alejar la mirada de un punto específico para apreciar todo el paisaje. Al hacerlo, observamos la imagen completa y entendemos cómo se organizan las partes en el espacio, como un pintor estudiando la composición de un valle o un cineasta componiendo una escena. Nada en el arte está puesto al azar; todo responde a la intención del autor y sus motivos temáticos. Así deberíamos pensar cuando queremos aprender un concepto. Abstraer la mirada y posicionarnos como un ave que sobrevuela el concepto nos permite identificar zonas clave de indagación, y aún más importante, cómo se relacionan las partes.
Tomemos como ejemplo el estudio de la memoria. Este concepto ha sido objeto de investigación durante milenios, generando diversas perspectivas y teorías sobre su funcionamiento. No existe consenso sobre su naturaleza exacta: mientras Atkinson & Shiffrin (1968) proponen un modelo computacional-cognitivo de procesamiento y almacenamiento, la discusión neurocognitiva actual sugiere que no existe tal función de almacenamiento, sino patrones de redes neuronales que activan la información. Lo importante no es —por ahora— determinar quién tiene razón, sino reconocer que cada perspectiva parte de un enfoque particular, como si miráramos a través de distintos lentes.
Mantener una perspectiva de grandes esquemas no solo fomenta la humildad intelectual (o quizás lo contrario, según cómo se use), sino que también asegura que nuestro estudio sea inherentemente relacional. Es decir, que el concepto estudiado se conecte con estos esquemas de pensamiento y todas las teorías relacionadas, similar a lo que hacíamos con la síntesis expansiva, pero a mayor escala.
Verás, el aprendizaje como concepto también está sujeto a este análisis, por lo que todo lo expuesto hasta ahora tiene cierto sesgo (derivado de mi perspectiva). Aun así, me atrevo a compartirlo porque constantemente ejercito la abstracción de mi propia argumentación para examinar desde dónde digo lo que digo. Así he desarrollado carácter e intuición, consciente de que todo nuevo aprendizaje estará conectado con conocimientos y experiencias previas, mimetizando las grandes redes neuronales del cerebro (una de las principales teorías del aprendizaje efectivo).
Metacognición: pensar sobre el propio pensamiento
Antes mencioné que la clave para aprender más está en ser conscientes de que somos máquinas de reconocimiento de patrones. Abstraer la mirada y examinar cómo se relacionan las partes nos permite asociar y analizar mejor la información, mientras que enfrentarnos a problemas ejercita el pensamiento crítico y creativo. Puedes pensar en cada uno de estos elementos como "precursores" del aprendizaje: separados tienen mérito, pero juntos son excepcionales. Sin embargo, existe una habilidad que puede unificar todo y optimizar cada aspecto del aprendizaje: la metacognición.
Se encuentra en la mitad de esta lista porque es la pieza que une todo. La metacognición es la capacidad de reflexionar sobre nuestro propio funcionamiento: cómo se integran los sistemas en la relación entorno-individuo para generar nuestras conductas y procesos internos. Una vez que desbloqueamos esta perspectiva (y superamos la extrañeza de observar al observador), podemos comprender realmente cómo aprendemos, identificando cada aspecto de la experiencia subjetiva, la calidad de información en el ambiente y, si investigamos lo suficiente, de qué manera se modela nuestra conducta (sustratos neurocognitivos, teorías interconductuales y grandes esquemas sociales).
En realidad, es una terminología sofisticada para lo que coloquialmente conocemos como auto reflexión, pero esta vez utilizamos la perspectiva de los grandes esquemas para relacionar mejor aquello sobre lo que reflexionamos y cómo lo hacemos. La metacognición en el aprendizaje significa reflexionar sobre nuestras estrategias, técnicas y flujos de trabajo como estudiantes, evaluando su efectividad según nuestra experiencia y la literatura. Se apoya en el registro escrito para realizar análisis y diseñar matrices de fortalezas y limitaciones, permitiéndonos abordar los problemas de raíz. Es, en definitiva, un vehículo para mejorar la autonomía y facilitar el aprendizaje autodidacta.
Si bien la auto reflexión metacognitiva es única y propia de la experiencia subjetiva de cada estudiante, con el tiempo se han desarrollado estrategias metacognitivas estandarizadas. Estas proporcionan un punto de partida para quienes recién descubren el valor de pensar sobre el pensamiento y la conducta propia. Entre las más comunes están: la Planificación, el Monitoreo, la Evaluación, la Cimentación y los Bucles de Retroalimentación. Si es algo que te interesa, házmelo saber y profundizaré en otra ocasión.
Pensamiento de alto orden
Ya familiarizados con la noción de abstraer el pensamiento, podemos llevarlo al siguiente nivel. El pensamiento de alto orden, concepto surgido de la revisión de la Taxonomía de Bloom (Lorin W. Anderson et al., 2001), se refiere al manejo y procesamiento de información cada vez más compleja y abstracta, involucrando protocolos cognitivos avanzados como el pensamiento crítico, la creatividad y la resolución de problemas. Lo incluimos en esta lista porque aborda un fenómeno común: muchos estudiantes han sido erróneamente condicionados a creer que aprender es simplemente memorizar datos, sin preocuparse por una comprensión más profunda.
El pensamiento de alto orden funciona como un sistema de capas, cada una con sus propios protocolos y modelos mentales. En el nivel más básico de la Taxonomía de Bloom, encontramos el recordar: la capacidad de recuperar datos almacenados en la memoria. Un nivel arriba está el entendimiento: poder explicar el contexto y significado de esos datos. Luego viene la aplicación, que requiere mayor abstracción pues implica usar la información en nuevos contextos (como en la resolución de problemas). Al analizar, activamos el pensamiento crítico para identificar patrones, relaciones y estructuras fundamentales. En el nivel de evaluación, examinamos la relevancia y significado de la información para nuestro campo y formación. Finalmente, llegamos a crear, el nivel más alto según esta taxonomía, donde generamos nuevas ideas, innovaciones o teorías.
Aunque podamos debatir esta división del aprendizaje, hay valor en considerar la información en términos de capas y niveles de abstracción. Si bien las instituciones educativas suelen promover el pensamiento crítico constante, no toda información requiere el mismo nivel de análisis. El pensamiento profundo consume energía mental, y nuestros recursos cognitivos son finitos. Por ello, desarrollar la capacidad de aplicar el nivel adecuado de análisis según la situación es crucial para mantener un aprendizaje sostenible sin agotarnos.
Por ejemplo, al estudiar la memoria, si aún no conoces bien la literatura, es poco probable que puedas evaluar su relevancia o proponer nuevas teorías desde el inicio. Lo natural es ir desbloqueando estos niveles de pensamiento gradualmente mientras profundizas en el tema. Esto, claro está, a menos que tengas una sólida intuición sobre el funcionamiento de la memoria, en cuyo caso podrías aprovechar ese conocimiento previo.
Desarrollar una fuerte intuición
Estoy seguro de que te ha pasado alguna vez que "adivinas" el resultado de una situación (sí, yo también he apostado en algún partido). Puede ser porque conocías a las personas involucradas, tenías información privilegiada o simplemente porque tuviste una corazonada. Si te preguntara por qué tuviste esa corazonada, probablemente dirías que simplemente fue así, que te guiaste por tu intuición. Una de las grandes diferencias que nos separan de las máquinas es que poseemos una fuerte intuición sobre las cosas, incluso cuando desconocemos por completo su naturaleza. Esta capacidad ha sido, sin duda, una ventaja crucial que ha impulsado incontables avances.
La intuición no es una fuente completamente confiable y puede jugarnos malas pasadas. Sin embargo, al investigar el fenómeno del aprendizaje, he descubierto que desarrollar una fuerte intuición sobre las partes involucradas es el punto cardinal que impulsa el avance del conocimiento —tanto privado como público. Esta tarea no es sencilla: lo que distingue una intuición bien entrenada de una simple conjetura al azar es el nivel de experticia en el ámbito. Piénsalo así: quien se encuentra en la frontera del conocimiento de su área solo puede determinar hacia dónde avanzar gracias a la noción e intuición que tiene de su campo. A menor escala, esto significa saber qué temas, conceptos y teorías merecen nuestra atención cuando estudiamos, guiados por nuestra propia intuición y conocimiento.
Todos deberíamos aspirar a algún tipo de experticia, ya sea por necesidad laboral o por amor al conocimiento, para dejar huella en nuestra comunidad. La única manera de alcanzar la experticia es desenvolviéndonos en el medio y dedicando las horas necesarias. Sin embargo, durante este trayecto, es fundamental ir construyendo una fuerte intuición que guíe nuestro camino. Esta es la última habilidad de la lista porque, aunque influye en todas las demás, es quizás la más subjetiva y, a la vez, la estadísticamente más singular.
No todos tendremos el privilegio de ser verdaderamente expertos en algo (me refiero a estar en el "top 1% global"). Sin embargo, es el resultado de la dinámica experticia-intuición el verdadero insight que define nuestro estado de aprendizaje, pues es lo que hacemos con esa información lo que transforma, primero, lo que aprendemos y, segundo, nuestra vida.
Bonus: Organización de los materiales
Como bonus quisiera mencionar brevemente una habilidad transversal a todas las anteriores: saber organizarse bien. Hablo de organización tanto en sentido general como específico. A nivel micro, abarca desde estructurar mejor la información para su comprensión y asimilación, crear mapas mentales efectivos para esquematizar la big picture, hasta diseñar andamios de lectura que potencien el aprendizaje. A nivel macro, implica mantener un sistema de organización de notas, planificar días y semanas, o implementar cualquier otra herramienta que cumpla propósitos similares.
La buena organización es una habilidad que se puede aprender, optimizar e iterar. Si quieres saber más sobre mi postura al respecto, te recomiendo que leas mi anterior artículo.
Conclusión
Para finalizar, veamos cómo se aplican estas habilidades en un objetivo de aprendizaje concreto.
Continuando con el ejemplo de estudiar la memoria, comienzas explorando las grandes teorías, identificando patrones teóricos en la literatura y tomando notas eficientemente. Una vez familiarizado, aplicas la síntesis expansiva para comprender mejor los conceptos clave: memoria, almacenamiento, redes neurales y modelos cognitivos. Mantienes una perspectiva de grandes esquemas y ajustas los alcances explicativos de cada teoría, descubriendo conexiones importantes entre las disciplinas.
Para apropiar toda esta información, empleas estrategias metacognitivas que garantizan un estudio activo y un aprendizaje efectivo. A través del estudio, accedes a distintos niveles de análisis del pensamiento de alto orden, profundizando tu comprensión y detectando vacíos explicativos en la literatura. Siguiendo tu intuición, determines el siguiente paso en tu investigación, que probablemente te guiará hacia los verdaderos expertos del área. Con tiempo, dedicación y las condiciones adecuadas, quién sabe, puede que te conviertes en un experto del tema.
En conclusión, el dominio de estas habilidades fundamentales no solo mejora nuestra capacidad de aprendizaje, sino que transforma completamente nuestra relación con el conocimiento. Desde la toma de notas efectiva hasta el desarrollo de una intuición sólida, cada habilidad contribuye a crear un sistema de aprendizaje robusto y personalizado. Al cultivar estas competencias, no solo nos convertimos en mejores estudiantes, sino que también desarrollamos la capacidad de adaptarnos y crecer en un mundo donde el aprendizaje continuo es cada vez más esencial.
Referencias
- Biederman, I. (1987). Recognition-by-components: A theory of human image understanding. Psychological Review, 94(2), 115–147.
- Claire Cook, Cook, C., Noah D. Goodman, Goodman, N. D., Laura Schulz, & Schulz, L. (2011). Where science starts: Spontaneous experiments in preschoolers’ exploratory play. Cognition, 120(3), 341-349.
- James J. Gibson, & Gibson, J. J. (1979). The Ecological Approach to Visual Perception.
- Lorin W. Anderson, Anderson, L. W., David R. Krathwohl, & Krathwohl, D. R. (2001). A taxonomy for learning, teaching, and assessing: A revision of Bloom’s taxonomy of educational objectives: Complete edition.
- Marianna Lamnina, Lamnina, M., Catherine C. Chase, & Chase, C. C. (2019). Developing a thirst for knowledge: How uncertainty in the classroom influences curiosity, affect, learning, and transfer. Contemporary Educational Psychology, 59, 101785.
- Richard C. Atkinson, Atkinson, R. C., Richard M. Shiffrin, & Shiffrin, R. M. (1968). Human memory ; A proposed system and its control processes. Psychology of Learning and Motivation, 2, 89-195.
- Zhe Chen, Chen, Z., David Klahr, & Klahr, D. (1999). All Other Things Being Equal: Acquisition and Transfer of the Control of Variables Strategy. Child Development, 70(5), 1098-1120.