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Lo que buscas no es ser más productivo

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Soy un apasionado por el aprendizaje y un ninja de la organización. Puedes esperar tips y consejos para elevar la manera en que aprendes, mientras descubres cómo organizarte con intención.

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Conexión Cogni: Extendida

¿Por qué tu “productividad” no funciona (y cómo solucionarlo)?

La productividad es un estado que promueve el agotamiento del espíritu. Lo que en verdad buscamos es la organización intencional para vivir una vida con sentido y propósito.

La Trampa de la Productividad Tóxica

Hoy en día, la preocupación por hacer más está cada vez más presente en nuestra mente, ya sea por nuestro contexto (trabajo, escuela) o por lo que consumimos (redes sociales). ¿A qué me refiero con esta preocupación? A la tendencia de buscar desesperadamente la productividad como si fuera el puente hacia una mejor vida. La lógica parece simple: si produzco más, gano más —ya sea dinero, exposición, reconocimiento o conexiones— y si gano más, vivo mejor.

Esta mirada simplificada de la vida deja de lado dos cuestiones fundamentales de la experiencia humana: la intencionalidad (el deseo) y el sentido (el propósito). No queremos hacer más porque sea nuestro verdadero deseo, sino por miedo a quedarnos atrás. Buscamos saltarnos el proceso con hacks, tips y soluciones rápidas para llegar a la fase de acumulación de riquezas, siguiendo el espejismo que nos vende Instagram.

Sentido, propósito e intención > Mejoras de productividad

Antes mencioné que la productividad se ve como un puente hacia una vida mejor, pero ¿qué significa realmente vivir mejor? Esta pregunta filosófica, explorada desde los tiempos de Aristóteles, tiene tantas respuestas como personas han existido, pues es inherentemente subjetiva y personal.

No pretendo dar la respuesta definitiva, pero desde mi experiencia y mi modesto conocimiento de filosofía, puedo fundamentarme en las dos cuestiones esenciales ya mencionadas: la Intencionalidad y el sentido.

La intencionalidad viene de la voluntad y el deseo, pero con miras a un destino; no es hacer por querer, es hacer para avanzar. Se trata de alinear nuestras acciones con nuestro deseo, es premeditada y refleja la coherencia de nuestros valores y principios.

El sentido es el valor que emerge de la acción, la validación de nuestros anhelos, el porqué hacemos las cosas. Muchas veces el sentido viene de nuestras creencias -religiosas o racionales- y está íntimamente ligado a nuestra perspectiva ontológica del mundo.

Problemas Comunes de la Productividad Tóxica

Cuando buscamos ser “más productivos”, dejamos de lado la intención original y el propósito por simplemente alinearnos con los valores mercantilistas del sistema económico: producir más. Es como navegar en el océano buscando la Atlántida sin brújula ni mapa; solo acumularás agotamiento, estrés y resultados inconclusos (o peor aún, resultados para alguien más).

El problema radica en que situamos la productividad como un fin, ignorando el camino que nos lleva a ella —precisamente donde encontramos más sentido y propósito. El significado emerge principalmente del proceso, es decir, del medio y la ejecución, no del resultado en sí. No es que el resultado no importe, porque sí importa, pero es en nuestro trabajo, profesión y rutinas donde hallamos la realización diaria, por eso deberíamos enfocarnos más en el proceso detrás de cada meta.

Al encontrarte con artículos, videos o consejos sobre cómo ser más productivo, te expones a resultados de personas que han desarrollado su propia estructura, metodología o fórmula para resolver ciertos problemas. Sin embargo, solo comparten consejos aislados, no la estructura completa. Estos consejos nunca funcionarán del todo porque no abordan la productividad como debería verse: una mirada holística e íntegra de tu flujo de trabajo.

Sin mencionar que ver muchos de estos videos pueden desatar un frenesí de consumo y obsesión por la productividad, y lo peor es que te sentirás productivo sólo con consumir este tipo de contenido, eso es lo que llaman la ilusión de productividad: procrastinar sintiéndote ocupado o mejorando tu productividad.

Por lo tanto, te puedo asegurar que lo que buscas (o necesitas) no es ser más productivo, sino desarrollar una organización intencional: en el fondo, deseas obtener una estructura clara y definida para afrontar los desafíos de la vida con intención y sentido. Solo cuando desbloqueas esta perspectiva, logras estructurar tus días y determinar tu flujo de trabajo, desarrollando además una sensibilidad por el trabajo profundo y una mayor apreciación del proceso.

En conclusión, la verdadera solución no es hacer más cosas, sino organizar mejor tu vida y tu visión (siempre y cuando tengas resueltas tus necesidades básicas). Para ello, te traigo el concepto que me gusta llamar Organización Intencional.

El Poder de la Organización Intencional

¿Qué es la Organización Intencional? Como su nombre puede dar pista, se trata de establecer una estructura intencional alineada con el propósito que rige nuestra vida. Es la culminación de nuestros valores, principios, deseos, sueños y metas en un sistema integral para desarrollar nuestras ideas.

No puedo decirte exactamente cómo se manifestará la Organización Intencional en tu vida, pero puedo compartirte cómo funciona en la mía.

El primer punto siempre es la reflexión, es detenerte a pensar en cómo es tu vida actualmente y hacia dónde te gustaría dirigirte. Pero no sólo eso, implica realizar una auditoría completa de tu día a día —desde el uso de tu tiempo y recursos hasta tus relaciones, intereses y oportunidades. Es una mirada holística a tu existencia. La clave está en desarrollar conciencia sobre nuestras conductas y sus detonantes, entendiendo por qué hacemos lo que hacemos y si vale la pena.

Este paso no debe saltarse, pero tampoco merece la completa quietud. No se trata de caer en bucles de pensamiento excesivo, sino de identificar tanto las oportunidades a nuestro favor como los desafíos fundamentales de nuestra experiencia humana. Una semana de reflexión suele ser suficiente.

La siguiente parte de la ecuación es el apalancamiento: identificar los esfuerzos que maximizan resultados y optimizar el uso de recursos. Se trata de integrar proyectos en un flujo de trabajo cohesivo. Por ejemplo, yo quería potenciar mi aprendizaje, mejorar mi escritura y desarrollar mis habilidades de comunicación. ¿La solución? Lo estás leyendo: este blog y mi canal de YouTube. Y lo mejor es que en el proceso he descubierto más proyectos y oportunidades de crecimiento —incluso monetarias— que me entusiasman.

El concepto de apalancamiento se resume en la típica frase que ves en post de motivación de Instagram, pero que ahora cobra más sentido, trabaja inteligentemente, no duro.

Una vez definida tu trayectoria, solo queda establecer sistemas y flujos de trabajo eficientes.

Sistemas y flujos de trabajo

Un sistema es una serie de pasos o reglas ordenadas y relacionadas entre sí que conducen a un resultado o lo modifican. Un flujo de trabajo es la operacionalización de los sistemas.

Para determinar los sistemas y encontrar tu flujo de trabajo ideal, es necesario investigar cómo otras personas se organizan respecto a un problema o proyecto, para luego adaptar esos sistemas a nuestra realidad. Podríamos saltarnos la investigación y pasar directamente a la experimentación, pero no lo recomiendo: probablemente nos tome mucho más tiempo llegar a conclusiones que otros ya han alcanzado. Recordemos el concepto de apalancamiento.

Por ejemplo, para determinar mi flujo de trabajo en Obsidian, dediqué tiempo a analizar los métodos de otras personas en la comunidad PKM y sus sistemas. Durante mi investigación, noté que varios plugins se repetían constantemente (como Dataview, Excalidraw, Omnisearch, entre otros), lo cual les otorgaba cierta validación organizacional. Al ver que muchos confirmaban su utilidad, decidí implementarlos. Otra ventaja de investigar y realizar este análisis es que facilita la configuración de tus canales de captura, tema que abordaré en otra ocasión.

Los sistemas son mayormente replicables por su naturaleza secuencial y relacional. Son como aplicaciones que instalamos en nuestro sistema operativo, mientras que el flujo de trabajo es la manera en que utilizamos ese sistema operativo.

Veamos un ejemplo práctico.

Si tu meta es leer 50 libros al año (aproximadamente un libro por semana), el enfoque más básico sería simplemente leer un libro tras otro hasta completarlos todos, pero esto resulta desorganizado e ineficiente.

En cambio, yo sugeriría primero definir una ruta temática enriquecedora donde cada libro complemente al anterior —este sería nuestro primer sistema. Además, sabiendo que la lectura paralela potencia las asociaciones entre conceptos y mejora la comprensión, diseñaría un plan de lectura complementario —nuestro segundo sistema. Por último, establecería horarios específicos para leer, momentos donde sea difícil no hacerlo, como en la mañana con el primer café —el tercer sistema.

El acto de leer constituye nuestro flujo de trabajo básico, pero podemos expandirlo. Por ejemplo, si quieres aprovechar cada lectura para investigar sobre tu carrera, puedes incorporar la toma de notas y la redacción de ideas, ampliando así tu flujo de trabajo.

En resumen, los sistemas son las reglas y secuencias que adoptamos, mientras que el flujo de trabajo es cómo actuamos siguiendo esos sistemas.

Consideraciones finales

Antes que avances hacía el diseño de tu propia Organización Intencional, quisiera advertirte del principal riesgo de esta metodología: la ilusión de productividad. Trabajar en los sistemas y flujos de trabajo es una inversión de tiempo necesaria, pero puede extenderse hacia el infinito, pues siempre habrá una manera de hacerlo más óptimamente, el problema es que esta mejora puede que sea imperceptible.

Lo digo porque me pasó, no sólo caí en esa trampa, sino que llegué a pensar en que mientras más complejo convirtiera mi flujo de trabajo, es porque estaba mejorándolo de alguna manera. Nada más alejado de la realidad. Realmente el principio de simpleza es lo único que debe regir en tu organización.

La Organización Intencional es la estructura más básica operable en la que puedes confiar, pues una vez puesta en marcha, trabaja en segundo plano y avanza contigo. Si puedes pensarlo, seguramente puedes organizarlo y si puedes organizarlo, entonces puedes trabajar eficientemente y acorde a tu intención.

Aún así, la implementación de un sistema simple puede llegar a ser abrumador. Por eso, me he tomado la tarea de sacar una serie de entradas de Newsletter donde comparto no sólo mi progreso y aprendizaje de cómo organizarnos mejor, sino que tomo todas las mejores prácticas, sistemas, flujos de trabajo e investigaciones científicas que hay en la actualidad para traértelas y que poco a poco vayas avanzando en tu Organización Intencional.

En nuestra próxima edición, hablaremos de cómo identificar lo que realmente importa para diseñar una vida intencional. Para no perdértelo, puedes suscribirte aquí (es gratis).

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